Por Carlos Restrepo
"Creo que yo nací
periodista, es lo que más me ha interesado en la vida", comenta la manizalita
Maruja Vieira White (1922), quien hoy recibe el Premio Nacional Vida y Obra del
Ministerio de Cultura, y quien, a punto de celebrar su natalicio número 90, se
siente feliz, como de 15, estrenando blog y página web.
Maruja es considerada la
decana de las poetas colombianas. En sus versos, ha sabido tomarle el pulso no
solo al acontecer histórico del siglo pasado y del actual, sino también al
sentir de este país y su gente. En otras palabras, ha sabido ejercer la poesía
como "periodista del alma", expresión con la que el brasileño Affonso
Romano de Sant'Anna define el oficio.
El poeta José Luis
Díaz-Granados la describe como "tierna, sencilla y amorosa", pero
esta mujer, siempre inconfundible por su boina negra, es dueña de una
personalidad recia. Devora todos los días de la primera hasta la última página
la prensa nacional, al calor del infaltable café mañanero, y siempre tiene, a
flor de labios, una visión crítica del acontecer nacional.
Así lo ha expresado a lo
largo de su vida, a través de sus versos, de sus artículos y de su actividad
periodística radial. Y así lo continuará haciendo en un blog que comenzará a
aparecer en la página web que le tenía de sorpresa su hija Ana Mercedes Vivas
-ángel guardián de su vida-, que acaba de poner al aire, con motivo de sus 90
años, que celebra el próximo 25 de diciembre.
"Está feliz con
marujavieira.com. Apenas va a empezar juiciosa con el blog, aunque ya tiene su
primera carta a los internautas colgada y tiene listos varios temas; el primero
será sobre la paz, tema del que hoy, más que nunca, está pendiente", anota
su hija. Esa personalidad aguerrida de 'Marujita' -como la llaman cariñosamente
gran parte de sus amigos- se forjó desde los años de infancia, en su hogar de
Manizales. "Era blanca mi casa, con ardientes geranios que cifraban la luz
en las altas ventanas...", recuerda la autora en uno de sus poemas de su
libro Campanario de lluvia (1947), con el que se inició su carrera literaria.
Con esos geranios como telón
de fondo, la poeta formó su intelecto, en las conversaciones de sobremesa que
se daban al lado de su madre, Mercedes White, de su padre, Joaquín Vieira,
coronel conservador de la guerra civil de los Mil Días, y de su hermano
Gilberto, que llegó a ser secretario general del Partido Comunista.
"Gilberto y yo fuimos
muy unidos. Él era como un tío, porque me llevaba 12 años, pero compartíamos
libros y amaba la poesía", comenta, al recordar que su hermano se inició
en la militancia en un movimiento que simpatizaba con la Unión Soviética y el Partido
Comunista, hasta cuando debió partir para Bogotá, luego de que fue expulsado
del Instituto Universitario de Manizales, por decir que Jesucristo había sido
"el primer comunista".
"Entre papá
conservador, mamá liberal y hermano comunista, yo siempre fui la disidente. A
mí siempre se me ocurrían otras cosas, pero tendiendo, sobre todo, al Partido
Liberal con una gran reverencia y adoración por la figura de Rafael Uribe
Uribe. Mi marido fue conservador, para completar el cuadro", anota Maruja,
con la ironía dibujada en el rostro.
La poesía toca la puerta
Si bien la escritora había
tenido sus primeros acercamientos con la literatura y la poesía, gracias a su
madre, que le leía versos, y en la rica biblioteca de su hermano Gilberto, la
llegada de la familia Vieira White a la capital, a donde se trasladó en busca
de una mejor situación económica, encontró el terreno más fértil para que ese
don por la palabra germinara por completo. Esta pasión se nutrió también de la
influencia de los amigos escritores que hizo en el emblemático café El
Automático, al que logró ingresar gracias a su temperamento rebelde, pues no se
le consideraba propiamente un lugar para señoritas.
Ya había tenido noticia de
algunos de sus integrantes, como era el caso de Clemente Airó, quien publicaba
los famosos cuadernillos de poesía, pero su verdadero contacto con este grupo
de intelectuales fue a los 18 años, gracias al poeta León de Greiff, que Vieira
admiraba profundamente y al que se le acercó un día que lo vio caminando por la
calle para pedirle un autógrafo.
"Y el maestro, que no
era en absoluto indiferente a las muchachas bonitas, me acogió con todo el
cariño y me dijo: '¿Cuándo vas al Automático? Allá estoy yo todas las tardes y
allá te voy a hacer un autógrafo. Acá en la calle, no'. Así llegué al
Automático", recuerda María Vieira White, quien debe su apelativo
literario de Maruja a su amigo Pablo Neruda, que en 1943 la rebautizó así.
Su trabajo poético,
Díaz-Granados lo cataloga como un "depurado lenguaje personal que se caracteriza
por la delicada intensidad de su palabra, desnuda de artificios y holgada de
sensibilidad".
Ana Mercedes, su hija,
destaca "la transparencia, su capacidad de síntesis, su permanente
actualidad y a veces su buen humor. Hay cosas tan bellas como: '... padre, lo
que más duele de tu ausencia es no poder hablarte...'. En su poesía cabe todo:
el desplazamiento, un ataque a Mitú o el amor".
En busca de nuevos
horizontes, Vieira se radicó, a mediados del siglo pasado, en Venezuela, donde
se vinculó a la Radio Nacional de ese país, con un magazín cultural llamado
Figuras y paisajes de América, "que terminaba siendo figuras y paisajes de
Colombia, como me decía el director". También colaboró, allá, con la
revista Sábado, de Plinio Mendoza Neira. Y se fue abriendo camino como
colaboradora de los medios venezolanos y de los colombianos, como EL TIEMPO, El
Espectador, El Heraldo y El Universal.
Cuando no había cumplido el
primer año de casada, el gran amor de su vida, el poeta José María Vivas
Balcázar, falleció de manera repentina. "Todavía / la frágil quemadura de
una lágrima / borra la luz del árbol. / Todavía / cerca del corazón se detiene
la vida / cuando te nombra alguien / Todavía te amo...".
Vieira ya estaba embarazada
y esta situación la obligó a alternar su pasión periodística e intelectual con
trabajos más estables, que le permitieran sacar adelante a su hija. "Ana
Mercedes ha sido el premio más extraordinario". Trabajó en el Sena, fue
catedrática de la Universidad Central y hasta fundó la Librería Guillermo
Valencia, en Popayán, donde también encontró amigos como el maestro Baldomero
Sanín Cano.
La amistad, sin duda, ha
sido otra de las pasiones que mejor ha sabido cultivar esta amante de los
crucigramas, del helado de chocolate, de los perfumes, de Tosca, de Puccini, y
de Serrat. Se preció de ser gran amiga, entre otros, de personalidades como
Pablo Neruda y Mercedes Sosa.
Hoy, Vieira ha mermado su
profusa actividad cultural y prefiere pasar sus días en compañía de su
inseparable gata Camila, de ojos azules, en su apartamento de la capital, pues
es consciente de que los años no llegan solos.
"Envejecer es aprender
a decir: no tengo, no puedo, no sé... aunque todavía quieras tener, poder y
saber".
Sin embargo, está feliz por
el fruto de los años vividos, que hoy le reconoce el Gobierno. "Este
premio sintetiza una cantidad de sueños realizados que he tenido durante mis
casi 90 años de vida".
Sobre el paso de los años
Su poema más reciente se
titula 'arenas movedizas'
Estoy en las arenas movedizas
del tiempo. Me hundo a cada paso inevitablemente. El camino se borra frente a
mis ojos, tiemblo de miedo. No es la muerte, son los días, las horas, la vida,
lo que temo.
Publicado en El Tiempo – 31 de octubre de 2012
Publicación N° 38
No hay comentarios:
Publicar un comentario