Para producir algo original, los escritores del boom
supieron aprender de los mejores maestros; para renovar las formas, Faulkner,
Cervantes, Kafka, Woolf, Borges y Rulfo fueron algunos de los que más
influyeron
Por Edmundo Paz Soldán
Hace un buen tiempo que planeo dar un
curso sobre la influencia de William Faulkner en el boom. Comenzaría con Mario
Vargas Llosa, que dijo que el escritor norteamericano fue el primer novelista
que leyó con papel y lápiz a mano, tratando de reconstruir “racionalmente” la
arquitectura de sus novelas, ver cómo funcionaba ese juego complejo con la
cronología y el punto de vista.
Las técnicas faulknerianas son obvias en los
primeros libros de Vargas Llosa: la ambigüedad de perspectivas de La ciudad y
los perros, el hábil manejo del tiempo a través de, como dice el crítico
peruano Efraín Kristal, “círculos concéntricos”, y la misma trama referida en
buena parte a una investigación criminal, le deben mucho a Luz de agosto. Hay
escenas de La casa verde que parecen haber sido escritas tomando como punto de
partida escenas de ¡Absalom, Absalom! A esta misma novela de Faulkner Vargas
Llosa también le debe el tema central de Conversación en La Catedral: una
investigación de los fallos morales de una sociedad.
El
novelista peruano escribió que en sus años universitarios aprendió más de
Yoknapatawpha –el condado donde transcurren las novelas de Faulkner— que de sus
clases. Pero no fue él, sino García Márquez, quien decidió crear su propio
Yoknapatawpha. Macondo es un microcosmos en el que el escritor colombiano
vertió, entre otras cosas, su lectura de Faulkner: la sociedad derrotada pero
orgullosa de El sonido y la
furia --un mundo que
quiere el futuro pero no se atreve a dejar atrás el pasado--, los coroneles melancólicos
que viven de viejas glorias y están dispuestos a nuevas batallas, aunque estas
solo ocurran en sueños.
Faulkner
es la figura tutelar del boom,
pero hay otros nombres importantes, entre los que prevalecen escritores del high modernismcomo Virginia Woolf, Franz Kafka y James
Joyce. García Márquez aprendió sobre todo de los dos primeros: de Woolf, la
forma en que la conciencia de sus personajes se movía en el tiempo, escarbando
en el pasado pero también proyectándose al futuro (lección asimilada enCien años de
soledad); en cuanto a Kafka, La metamorfosis fue el catalizador para que el
entonces joven estudiante de derecho decidiera que, si eso era la literatura,
él también quería ser escritor. Los juegos verbales en el Ulises son
fundamentales para Guillermo Cabrera Infante en Tres tristes tigres. Más autores: La región más transparente de Carlos Fuentes no se entiende sin
Dos Passos, José Donoso le debe mucho a Henry James, y en la obra de Julio
Cortázar laten los surrealistas franceses.
No
todo es siglo XX. En Vargas Llosa se encuentran las novelas de caballería
(Tirant lo Blanc) y Flaubert; Cortázar le debe mucho a los cuentos de Edgar
Allan Poe; en García Márquez coexisten la Biblia y las crónicas de Indias; en
Fuentes se puede encontrar a Cervantes; en Cabrera Infante respira el lúdico
ejemplo del Tristram Shandy de Sterne. Y aunque lo que viene de afuera es más y
hubo un confesado desdén a buena parte de sus precursores locales, los
escritores del boom también le sacaron partido a otros latinoamericanos. El
realismo mágico de García Márquez tiene como antecedente el concepto de lo
“real maravilloso” del cubano Alejo Carpentier, plasmado en un par de ensayos y
en su novela El reino de este mundo; Fuentes asimiló las lecciones de los
novelistas de la revolución mexicana y sus secuelas (Yañez, Revueltas, Rulfo);
aunque el ethos no puede ser más diferente, Borges está en Cortázar.
Para
producir algo original, los escritores del Boom supieron aprender de los
mejores maestros; para renovar las formas, combinaron a los clásicos con los
innovadores. Así hoy los leemos: como los clásicos innovadores que son.
*
Edmundo Paz Soldán (Bolivia, 1967) es autor del libro de cuentos Billie Ruth
(Páginas de Espuma) y la novela Norte (Mondadori).
Tomado
de El País de España – 9
de noviembre de 2012
Publicación N° 39
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