jueves, 2 de mayo de 2013

Le Clézio: No hay separación entre los mundos





Las civilizaciones tienen que relacionarse, hay que restablecer un equilibrio entre las culturas donde la violencia, que toca a todos, y que está ligada a la injusticia pueda ser curada con lazos entre los pueblos.

El francés, antes de presentarse en el teatro, se encontró con dos indígenas Emberá en el camerino, y se enteró de cómo ha cambiado la situación, supo del sufrimiento de ese pueblo que le proporcionó el “modo absoluto de vivir”. “Es terrible, no hay nada más triste que ser inmigrante en tu propio país”. La conversación que sostuvo ayer el escritor francés con el periodista de El Espectador Nelson Fredy Padilla, dio cuenta de que el nobel nunca deja de reflexionar sobre la vida, sobre lo que cambió la suya, sobre lo que es salir y entrar no solo de distintos países sino que haya costumbres y culturas que aleccionan a diario desde el peso y el discernimiento de antiguos orígenes. Todo el pasado deja cicatrices y él piensa lo mismo de la violencia, recordando setenta años después el grito que profirió cuando estalló una bomba en su Niza natal.


“Conozco el mal, lo he visto en todos los sitios y en cada civilización está, también en los Emberá pero ellos tienen una elegancia en su forma de vivir, tienen compasión y simpatía. Cambié con ellos y me hice mejor persona”.

“Los mitos usan las palabras igual que los novelistas y por eso me interesan”.


Entre África y Francia fue alumno, en África cambió la actitud y aprendió a respetar todo, fue buen alumno. Adaptarse a Francia fue más duro: el estricto Liceo, cambiar de ropa durante el año, usar zapatos. Dejó de sentir la que dice es la mejor sensación del mundo: pisar el lodo y que se meta entre los dedos. Dejó de sentir los olores, de guiarse por el olfato.

Del pesimismo al positivismo: la precoz escritura del joven francés era contraria a la que desarrollo después de haber conocido América Latina y África. No cree que haya separaciones entre los mundos. En la ciudad se tienen unas preocupaciones y en la naturaleza otras. Y a él le favorecieron en el oficio de escribir, los que son más perceptivos y entusiastas, los que no viven en las ciudades. Para Jean-Marie la maldición de esta época es que haya países que se creen más que otros. ¿Y si Europa no hubiera llegado a América? ¿Cómo sería ese mundo hoy? El nobel tiene claro que no sería muy distinto, que habría violencia, pero piensa que sería mejor porque existiría más entendimiento y relaciones entre indígenas. A pesar de todo le parece un mundo mágico porque existen algunas cosas que así lo demuestran.

Dice no poder estar en un escritorio escribiendo, necesita moverse para escribir, de ese modo sale lo mejor de su escritura. Y es para él la literatura algo mágico que está muy cerca de los grandes sueños, donde se supera el mal, las tristezas o el dolor.
Después de haber estado varios días en Bogotá, siente nostalgia por la libertad que ya no existe: él viajó con absoluta soltura por Colombia y ahora por culpa de la violencia no se puede. Pero siente entusiasmo también al ver un país que crece tan rápidamente y donde la juventud está haciendo las cosas muy bien.

La búsqueda real de Le Clézio es la justicia y la paz y son las relaciones, la cultura, el arte, la filosofía, la literatura las únicas armas para ese objeto.


Tomado de Filblog 26 de  abril de 2013

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