La muerte de los poetas, por importantes
que éstos sean, apenas si son registradas por la prensa colombiana. Acaba de
suceder con Antonio Cisneros, una de las voces más originales e imprescindibles
de la poesía peruana: sólo dos periódicos nacionales dieron cuenta de ella en
notas muy breves.
Por
Piedad Bonnett
Antonio
Cisneros
Afortunadamente su
amigo Ricardo Bada se ocupó de hacerle un homenaje ocho días después en este
diario —uno de los pocos que le abre un espacio a la poesía—. Pero si hacemos
recuento de los poetas latinoamericanos desaparecidos en los últimos años —José
Watanabe, Blanca Varela, Eugenio Montejo—, todos de primer orden, vemos lo
mismo: su obra no existe para los medios y a menudo tampoco para las revistas o
suplementos culturales. Pero, además, no es frecuente que se recuerde a
nuestros poetas a partir de las fechas de nacimiento y muerte, y las reseñas de
poesía son casi inexistentes. Tengo la impresión de que no sucede lo mismo
cuando se trata de narradores, historiadores o artistas plásticos con obras
relevantes.