martes, 23 de octubre de 2012

La sociedad de los poetas muertos


La muerte de los poetas, por importantes que éstos sean, apenas si son registradas por la prensa colombiana. Acaba de suceder con Antonio Cisneros, una de las voces más originales e imprescindibles de la poesía peruana: sólo dos periódicos nacionales dieron cuenta de ella en notas muy breves.


Por Piedad Bonnett

 Antonio Cisneros


Afortunadamente su amigo Ricardo Bada se ocupó de hacerle un homenaje ocho días después en este diario —uno de los pocos que le abre un espacio a la poesía—. Pero si hacemos recuento de los poetas latinoamericanos desaparecidos en los últimos años —José Watanabe, Blanca Varela, Eugenio Montejo—, todos de primer orden, vemos lo mismo: su obra no existe para los medios y a menudo tampoco para las revistas o suplementos culturales. Pero, además, no es frecuente que se recuerde a nuestros poetas a partir de las fechas de nacimiento y muerte, y las reseñas de poesía son casi inexistentes. Tengo la impresión de que no sucede lo mismo cuando se trata de narradores, historiadores o artistas plásticos con obras relevantes.