martes, 30 de abril de 2013

Premio


La escritora cartagenera Margarita García Robayo ganó la Beca de Creación Literaria de la Fundación Han Nefkens.




La escritora colombiana Margarita García Robayo ganó la segunda edición de la Beca de Creación Literaria de la Fundación Han Nefkens, dotada con 15.600 euros y una ayuda a la edición de la obra resultante -compra de 500 ejemplares-.

El premio fue creado por la Fundación Nefkens, en colaboración con el Máster en Creación Literaria del Instituto de Educación Continua (IDEC) de la Universidad Pompeu Fabra (UPF).

La autora colombiana y residente en Argentina ganó la beca por su proyecto literario "Gente que pasa y se va", que, según sus propias palabras, "busca explorar la sensación permanente de tránsito que produce la inmigración".

La narradora de la novela, es una mujer que a los 23 años se va de su país y, a poco de cumplir una década fuera, se separa de su pareja y se sume en una crisis que la lleva a recapitular de un modo obsesivo todas las veces que se ha mudado desde que era una niña.

García Robayo, que dirige la Fundación Tomás Eloy Martínez, es "una escritora con una brillante y sólida trayectoria", de la que "destaca su voz narrativa, su escritura clara e intensa, en ocasiones irónica, y su visión personal y dura de un material narrativo que parte de lo autobiográfico", según el jurado.

Nacida en Cartagena (Colombia, 1980) es autora de los libros de relatos "Hay ciertas cosas que una no puede hacer descalza" (2009), "Las personas normales son muy raras" (2011) y "Orquídeas" (2012); y de la 'nouvelle' "Hasta que pase un huracán" (2012).

La Beca Literaria Han Nefkens, dirigida a escritores en lengua castellana nacidos después del 1 de septiembre de 1978, permite al ganador cursar la maestría y escribir una novela o libro de relatos durante un año de residencia en Barcelona, que publicará un sello aún por determinar.

El jurado, reunido en Barcelona, ha escogido el proyecto de García Robayo entre 14 finalistas (8 latinoamericanos y 6 españoles), sobre un total de 139 proyectos presentados, provenientes en su mayoría de países como España, Argentina, México y Colombia.

La primera edición de la Beca fue ganada por el escritor mexicano Eduardo Ruiz Sosa, que actualmente, tras finalizar los cursos de la maestría, trabaja en su primera novela, cuyo título provisional es "Anatomía epistolar de la memoria".

Tomado de Revista Arcadia 30 de abril de 2013

miércoles, 17 de abril de 2013

La encantadora experiencia de atravesar China en tren


Por: Miguel Petrecca




Con la red de trenes de alta velocidad más extensa del mundo, ninguna otra forma de transporte ofrece tantas posibilidades de disfrutar del paisaje y la sociabilidad en China. Con el nuevo gobierno, además, la competencia entre diferentes empresas remplazará al monopolio del Estado que, sin embargo, mantendrá el planeamiento estratégico.

No es difícil entender por qué los trenes, más que cualquier otro medio de transporte, tienen tantos defensores apasionados. Desde la posibilidad de pasearse por su interior, tomar un café o dormir acunado por el traqueteo de los vagones, viajar en tren comporta una serie de placeres suplementarios que otros medios de transporte no suministran. El paisaje se disfruta diferente desde un tren, la sociabilidad es otra, el tiempo transcurre de una manera particular. Ninguna otra forma de transporte provee estas posibilidades, salvo el barco. Pero los viajes en barco parecen ya algo de otra época, algo que se aleja cada vez más de nuestra experiencia cotidiana. Los trenes no. Los trenes, además, envejecen bien. Mientras los micros o los aviones son reemplazados, los trenes permanecen, atraviesan generaciones y generan un lazo de identidad con los pasajeros.

Hay pocos países donde el tren sea tan importante y donde uno pueda llegar a tantos lados en tren como China. La densa red ferroviaria que cubre todo el este, centro y parte del oeste permite recorrer al menos la mitad del país saltando de un tren a otro, desde un tren más rápido a un tren más lento, desde los modernos trenes de alta velocidad hasta los viejos trenes comunes. En mi estadía anterior en China, entre 2008 y 2009, tomé muchos trenes: un tren de alta velocidad que me llevó desde Pekín a Haerbin, una ciudad en el límite norte, en unas 4 horas; dos o tres trenes de trayecto corto o mediano, lentos y repletos de gente, y varios nocturnos que prometían la ganga de pernoctar arriba del tren. Me gusta dormir en el tren, y las veces que saqué pasaje en un camarote (de seis o de cuatro cuchetas), fue siempre una experiencia muy agradable.

lunes, 15 de abril de 2013

Escritor español Luis Goytisolo gana Premio Anagrama de Ensayo


El narrador triunfó con el texto "Naturaleza de la novela", donde analiza el origen y evolución del género novelístico








El escritor barcelonés Luis Goytisolo ganó el 41° Premio Anagrama de Ensayo con la obra "Naturaleza de la novela", en la que analiza el origen y la genealogía del género novelístico.

El finalista del premio, al que se habían presentado 131 originales, fue Jorge Carrión por su obra "Librerías".

La obra ganadora, "Naturaleza de la novela", se editará el próximo mayo, mientras que el ensayo finalista aparecerá en septiembre.

En "Naturaleza de la novela" Goytisolo aborda algunos de los temas que ya trató de manera tangencial en sus artículos ensayísticos-literarios reunidos en "El porvenir de la palabra" (2002).

sábado, 6 de abril de 2013

Entrevista de Isaías Peña Gutieerrez a John M. Coetzee


Un escritor siempre nuevo

Por: Isaías Peña Gutiérrez






En diciembre, J. M. Coetzee cumplirá diez años de haber recibido el Premio Nobel de Literatura, aunque pareciera no haberse dado cuenta, pues después del 2003 ha seguido escribiendo como si no lo tuviera. Y la verdad es que podrían dárselo de nuevo. Tal es su genio, pasión y disciplina para narrar historias y fundar pensamientos, demostrado en todo cuanto ha publicado a partir de 2004. De ahí, el consenso general entre escritores y lectores, en el mundo entero, para considerarlo el gran Nobel de la Literatura de los últimos cincuenta años.

Narrador, ensayista y profesor universitario, J. M. Coetze ha removido dilemas y paradojas, ha cuestionado límites y fronteras, y en cada una de sus novelas siempre ha ensayado un nuevo Coetzee. Se nutre de su vida, de la historia ajena y de los principales libros de la humanidad, sin avasallar y sin pedir permiso. Por eso es inclasificable y ecuménico.

Ese es el Nobel que llega a Colombia el 7 de abril, invitado por la Universidad Central de Bogotá y sus programas de Creación Literaria. Al día siguiente, leerá un texto narrativo inédito, y el miércoles 10, una conferencia contra la censura, mientras 26 ponentes (profesores, periodistas y escritores) hablarán, el 8 y 9 de abril, de sus  14 novelas, 4 libros de ensayos y sus cartas con Paul Auster. Austero en dar entrevistas, J. M. Coetzee concedió para El Tiempo estas respuestas por correo electrónico.

Cuando terminó en Ciudad del Cabo sus estudios universitarios de Lengua y literatura inglesa y Matemáticas, ¿tenía claro que prevalecería la literatura? ¿O fue después de terminar su maestría en Humanidades con la tesis sobre Ford Madox Ford?

martes, 2 de abril de 2013


Doce preguntas a J.M. Coetzee

Por: Luis Fernando Afanador




El Premio Nobel de Literatura otorgado a John Maxwell Coetzee en 2003 no fue polémico. El reconocimiento a su obra era unánime y sigue siéndolo: cada nuevo libro suyo despierta interés y anima el debate intelectual. El escritor sudafricano actualmente vive en Adelaida –adoptó la nacionalidad australiana en 2006– ya retirado de la enseñanza: durante muchos años fue profesor de Pensamiento Social en la Universidad de Illinois.

También dio clases de Lengua y Literatura Inglesas en la Universidad Estatal de Nueva York, en Búfalo, y en Ciudad del Cabo, donde nació en 1940. Coetzee proviene de un núcleo afrikáner –holandeses afincados en Sudáfrica– aunque fue educado en la comunidad inglesa a la que nunca se integró del todo. Las relaciones con su país natal no han sido las mejores. Siempre se sintió un exiliado. Desaprobaba el apartheid y al Partido Nacionalista, pero tampoco se identificaba con los negros, su sed de venganza y consignas como “los vamos a tirar al mar”.

En Infancia: escenas de la vida en provincia, su autobiografía en tercera persona, lo único que recuerda con agrado de su país es la granja familiar. Tan pronto como pudo se fue al extranjero: a Londres; a Austin, Texas, en un primer exilio de diez años. En Juventud, el segundo tomo de sus memorias, escribió lo siguiente: “Le desconcierta advertir que aún escribe de Sudáfrica. Le gustaría dejar atrás su identidad sudafricana del mismo modo en que dejó atrás a la propia Sudáfrica. Sudáfrica fue un mal comienzo, una desventaja”.

Sin embargo, por más que intente escapar, su país lo persigue y es el tema obsesivo de gran parte de su obra. Tal vez por eso el racismo, el odio, la venganza, la miseria, la injusticia y la violencia atroz –los temas propios de la sociedad del apartheid y el postapartheid– los ha abordado de una manera indirecta, muy distinta a la forma en que lo hace su compatriota, la escritora Nadine Gordimer.